19/3/12

BLOG DE MADRE

Hoy os quiero hablar de alguien muy especial: Eva Quevedo...

Una mujer trabajadora (como muchas de nosotras), que al ser madre se lio la manta a la cabeza, dejó su trabajo de publicitaria y se dedicó al 100% a sus dos hijas.

Desde hace un par de años escribe en un blog de internet contando sus anécdotas, y haciendo que nos partamos de risa las que desde el otro lado de la pantalla nos vemos en situaciones parecidas.

Ha editado sus historias en dos libros, el último ilustrado por Ata Lassalle y editado por Plaza&Janés.

Pasar por su blog (www.blog-demadre.com), y ya veréis como no podéis resistiros a comprar su libro.


Eva Quevedo era publicitaria de profesión y vocación antes de que Lasniñas llegaran a su vida y lo inundaran todo de migas de galletas, manitas pequeñas y besos mojados. Tras el nacimiento de Lapequeña, sólo dos años después del de Lamayor, guardó por un tiempo la agenda en un cajón de la coqueta para dedicarse a otros menesteres, entre los que se encontraba verlas crecer, inventarse canciones, dar voz a peluches y convertir cucharas en avionetas. Durante ese periodo también tuvo tiempo de gritar, reír, llorar y casi enloquecer en más de una ocasión. Para evitar el ingreso hospitalario decidió dedicar un trocito de su tiempo a escribir, algo que siempre le entusiasmó y que hoy le da la posibilidad de mantener contacto con gente adulta y de su misma estatura.

Creó Blog de Madre el lunes 21 de junio de 2o1o con un primer texto que escribió tras un fin de semana espantoso de comidas y compromisos familiares, en el que Lasniñas enloquecieron y decidieron exprimir por completo la paciencia familiar. Lo publicó por la noche y a la mañana siguiente pudo ver cómo amigos y desconocidos ya lo habían leído y comentado entusiasmados. Eso le animó a escribir un texto más y luego otro y otro…

…Y así nació BdM, un pequeño sitio donde contar las historias de esta madre, trabajadora, psicóloga, farmacéutica, adivina y acróbata que va todo el día corriendo con la lengua fuera, intentando llegar a tiempo a todos lados, incluso allá donde no se la espera y a veces ni siquiera se la necesita. Una mujer que ha cumplido ya los treinta, y los treinta y dos y los treinta y cuatro, y con ellos algunos de los sueños que tenía desde niña: un buen trabajo, hijos y un ser genial con quien compartir su vida; pero que a veces, sólo a veces, cuando se va a la cama, se da cuenta de que a cambio ha tenido que renunciar a tantísimas cosas y partes de sí misma que en ocasiones ni siquiera se reconoce. En lugar de dramatizar y quejarse de la presión del cosmos sobre su cabeza, esta mujer lo vive entre risotadas y exageraciones, una forma mucho más sana y terapéutica de contar su realidad.

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