- Asegurarse que la conducta que queremos quitar o disminuir, no es una conducta que cumpla una función de vital importancia para el niño (unos ejemplos exagerados serían: si quisieramos por ejemplo que dejara de respirar o que no se hiciera pis teniendo una infacción urinaria, por muchos castigos que impusiéramos, no lo conseguiríamos).
- Cuando una conducta cumple una función importante, para que desaparezca es imprescindible buscar otra conducta alternativa que cumpla dicha función. Por ejemplo: si un niño dice algún taco para elogiar a algún amigo, debemos buscar o enseñarle otro tipo de elogio para que sistituya el tipo de expresión que queremos que desaparezca.
- Los castigos suelen ir seguidos de comportamientos "extraños", por tanto es mejor evitarlos en la medida de lo posible. Por ejemplo: si damos un manotazo en lamano a un niño que se mete el dedo en la nariz, puede que no solo no consigamos que deje de metérselo, si no que además, evitará a la persona que le da el manotazo y se meterá el dedo en la nariz más veces cuando no estemos presentes.
- La retirada de refuerzos o privilegios. Cuando aparece la conducta se le quita algo que le agrade. Por ejemplo, por hacer... hoy no ves la televisión.
- El tiempo fuera. Supone retirar los beneficios que aporta el contexto, dejando al niño sin los estímulos agradables de ese momento. Por ejemplo: irse a su habitación cuando todos están en el salón. Estas medidas cuando se tomen con niños deben aplicarse en tiempos muy cortos. Ya que si nos excedemos en el tiempo pueden "olividar" por qué están fuera, o incluso entretenerse con cualquier otra cosa. Lo importante es la retirada del estímulo y no el tiempo de retirada. Los expertos indican que el tiempo fuera debe ser proporcional a la edad del niño: 1 minuto por año. Si tu hijo tiene 3 años, con 3 minutos fuera sería suficiente. Tras este tiempo se le pregunta al niño si ha cambiado de actitud, si no cambia, se amplia el tiempo y se le pide que acuda a nosotros cuando considere que ha cambiado su actitud. Si es muy cabezota, basta con verificar cada cierto tiempo (largo), que el niño está bien.
- La retirada de estímulos verbales: La madre, el padre, la tutora o la cuidadora, le dicen que no quieren hablarle por haberse comportado mal (explicando lo que ha hecho mal) y durante un brebe perido de tiempo (dependiendo igualmente de la edad del niño), no se le dirige la palabra.
- Hacele ver nuestro desencanto emocional, es decir, decirle y hacerle ver lo mal que nos sentimos por lo que ha hecho y mantener el ánimo triste por ello, durante cierto tiempo.
- Ignorar el comportamiento cuando este supone una llamada de atención. El niño hace algo solo para que le prestemos atención aunque sea para reñirle.
- Por último y sólo en casos extremos se pueden aplicar los castigos (poner o dar al niño algo que no le gusta, o hacer una actividad que le desagrada).
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